LA MEMORIA EN EL PRESENTE: EL CINE DE POCHO ÁLVAREZ W.

Es el año de 1985 en la capital de Uzbekistán. Pocho Álvarez Wandemberg está rodeado de cineastas de todo el mundo, en su mesa hay una botella de vodka por persona y una traductora que es tan formal como todo lo que rodea a la poética del brindis en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Una cuchara golpea una copa anunciando que el Director de los Estudios de cine de Taskent va a tomar la palabra.

Cuando Dios creó al mundo, dice en voz alta, puso en la faz de la tierra a hombres y mujeres. Podían comunicarse en distintas geografías porque había una sola lengua, pero el hombre puede ser malvado y eso enojó a Dios quien impuso un castigo: se establecieron los idiomas en el mundo entero y era muy difícil comunicarse. Pero como el ser humano también es un ser ingenioso desarrolló un lenguaje, una lengua universal: el cine… quiero brindar por los cineastas del mundo. ¡Zazdaróvie!

Pocho habla ese lenguaje desde 1974. Tras la anécdota soviética, sentencia con los ojazos abiertos: “Y esa es la realidad, eso es lo que no entendemos aquí, porque en general quieren ser cineastas no como un puente para la comunicación con el otro, no como un puente para abrazar y tocar al otro, sino como un puente para que me reconozcan que soy brillante. Es vergonzoso.”  Desde esa postura radical ha dirigido 21 largometrajes, más de 30 cortometrajes, mediometrajes y series de televisión lejanas del cine contemplativo, documentos audiovisuales que, a través de esta muestra de diez obras, quieren poner en discusión la lucha obrera del siglo XX, el extractivismo minero y petrolero, la violencia en Ecuador, el sistema carcelario, la poesía oral, la literatura y la memoria audiovisual.

Arrancamos en 1984 cuando se estrenó Nosotros una historia de obreros y la revista Vistazo afirmó que era un documental financiado con el oro de Moscú. Este trabajo de 40 minutos repasa la historia del movimiento obrero desde tiempos alfaristas hasta las Huelgas Nacionales de los 80, acompañado por testimonios de los sobrevivientes de la matanza del 15 de noviembre de 1922 en Guayaquil. En esa misma espiral política está Luar Trocas (1987), un hermoso ejercicio documental donde vemos al pintor Oswaldo Guayasamín retratar al Comandante Raúl Castro mientras cuenta travesías inéditas del inicio de la Revolución Cubana a bordo de la embarcación “Granma” en 1956.

Un plano general encuadrado por el Pocho muestra a una mujer sin un brazo y sin una pierna. Fue macheteada por su ex esposo. Antes de comenzar a grabar el testimonio Pocho pidió a la productora tiempo para respirar, para tomar fuerzas y entrevistar a la señora: “Es de las entrevistas más dolorosas que he hecho”. Pieldolor (2013) así como Detrás de los muros (1999) son un puñetazo de realidad que profundiza sin concesiones el tema de la violencia hacia las mujeres.

La obra del Pocho ha seguido a personajes cuyo oficio se ha convertido en documentos de memoria. Ale y Dumas uno es dos y dos son uno (2008) sigue la poesía oral de una pareja de copleros y decimeros manabas. Dumas, viejo creador de amorfinos montubios, sentencia: “No tengo educación, tengo cultura”. Le pido al Pocho que analice esa afirmación: “Es como el Daniel Noboa, él tiene educación pero no tiene cultura, no pertenece a nadie, pertenece a Miami, es como todos los mandatarios, ¿a quién pertenecen? Al billete, no a la cultura de la vida, del amor, de la solidaridad con el otro. Pertenecen a cualquier otra cultura que se llama acumulación, enriquecimiento. ¿Y tienen educación? Sí… el Dumas es honesto, esa educación no tengo, tengo cultura que es otra educación.”

En esta constante búsqueda de personajes llenos de memorias se encontró con el alemán Karl Gartelmann, quien define la memoria como lo hicieron varios waoranis que conoció y filmó a finales de los 60: ponente kimimamo. Es decir, en palabras de un personaje de sus registros fílmicos, “la memoria te lleva a pensar a vivir”. En Gartelmann la memoria (2018) vemos humanos de la sierra y amazonía ecuatoriana que ya no existen, fotografías y filmaciones que luchan por preservar lo que ya no está.

“Los temas que he abordado siempre han sido de memoria colectiva, entonces mientras más plural sea el recuerdo más enriquecedor es el ejercicio de poner la memoria en el presente”

El Pocho se vinculó a la lucha antiminera a inicios de los años 80 cuando visitó Nambija en la provincia de Zamora. Era “un Ecuador de a Sucre, no de a luca, de a Sucre” me dice, “era un universo horrible. Vos puedes visualizar la ambición desmedida de la gente, destruyes para ser rico, por eso se llama la fiebre del oro y eso se veía en Nambija. Me estremeció ver la destrucción de la condición humana, de la naturaleza, todo por el metal. Todo eso grabé en Betamax.” Esas grabaciones no se convirtieron en ningún documental pero lo llevaron a involucrarse en la lucha antiminera de Intag, lo que resultó en dos trabajos que veremos en esta muestra: A cielo abierto derechos minados (2009) y Javier con I (2015), esta última se proyectará junto a un clásico de la filmografía de Álvarez, Tóxico Texaco Tóxico (2007), un mediometraje que retrata las consecuencias trágicas de la explotación petrolera en la amazonía ecuatoriana.

Del tema escabroso de la minería y el petróleo nos vamos hacia la poesía en la voz arrulladora del escritor Jorge Enrique Adoum. En el documental Jorgenrique (2010), vemos al poeta esperanzado y lúcido: “Aquello de que se acabaron las utopías es una falsedad inmensa. La humanidad ha sobrevivido y ha evolucionado gracias a sus utopías y al afán por alcanzarlas.” Leo en voz alta esta afirmación y pregunto: ¿Cuál es tu utopía, Pochito?.

“La gran utopía de todos es que seamos un nosotros, que podamos constituirnos en una comunidad posible, no en una ciudadanía, sino en una humanidad posible. Ser un abrazo, un nosotros completo, donde todas las diversidades sean posibles. Y yo creo que he encontrado de alguna manera esa posibilidad de construir esa utopía en el cine.”

Les invitamos a pensar y discutir las utopías en esta muestra de diez películas donde conversaremos con Pocho Álvarez y varios amigos y amigas expertos en los temas que rondan la selección. Esta muestra no es un homenaje a un autor, es un encuentro para ver cine ecuatoriano, para, como dice el Pocho, “alimentar el espíritu y crear un imaginario del nosotros que sea posible”. ¡Zazdaróvie!