El paisaje rural se mezcla con la observación pasiva, algunas veces cómplice, otras de manera audaz o intuitiva. Las voces, de igual manera, merodean la imagen u optan por fundirse con el sonido que envuelve el plano. Imágenes arriesgadas, poco proclives a la concesión, dispuestas a perturbar la mirada y la memoria condescendiente. Las sensibilidades de los cineastas que componen la muestra permiten, desde la heterogeneidad de sus materiales, modos de producción y esquemas de exhibición, interrogar sobre el otro cine.
El Festival de Cine Radical de Bolivia nos trae una selección de miradas jóvenes de ese país que invitan a repensar las fronteras de eso que denominamos realidad desde el quehacer de las imágenes, el lugar de la mirada y sus condiciones materiales. Piezas heterogéneas, investigaciones visuales radicales y arriesgadas, que esperan movilizar al espectador y reflexionar sobre el cine y el lugar de este en nuestras vidas.